“Varón de dolores, experimentado en quebranto.”
(Isaías 53:3)

Meditaba en el versículo de los Salmos que dice: “Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.” (Salmo 42:7) Es muy fácil para nosotros vivir de una manera superficial. Incluso como creyentes podemos pasar por alto lo que es importante, al no asumir una comprensión más profunda de lo que ocurre a nuestro alrededor, especialmente en lo que respecta al sufrimiento y el dolor. En Juan 11, cuando Martha se acercó a Jesús para decirle “Señor, he aquí el que amas está enfermo”, lo decía con razón. Jesús amaba mucho a Lázaro.

Jesús le respondió a Martha: “Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.” Aunque Jesús sabía exactamente lo que Dios iba a hacer en este caso, no fue indiferente. Se compenetró en la tristeza de María y Martha, y de los judíos que hacían duelo por la muerte de Lázaro. Una de las más bellas y cortas frases de la Biblia aparece después en el capítulo 11, versículo 35: “Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró.”

Como Hijo de Dios, Jesús hubiera podido pasar todo esto por alto, regocijarse y declarar simplemente que Dios iba a resucitar a Lázaro de los muertos. Él habría podido ahorrarse el dolor y la tristeza, pero como Hijo del hombre, no lo hizo. De hecho, incluso como Hijo de Dios, Él se involucra en nuestras penas y dolores con más frecuencia de lo que pensamos. Hay muchas circunstancias en nuestra vida de las cuales Dios se ocupa más que nosotros mismos. Con demasiada frecuencia somos incapaces de ver lo que a Él le preocupa en realidad.

Dios no quiere que vivamos de una manera superficial, sino que tengamos un amor e interés genuino por los demás, especialmente nuestros hermanos en Cristo. “Amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro” es un versículo fácil de leer, pero tan difícil de poner en práctica. Cuántas veces tratamos a nuestra familia y compañeros como “barcos que pasan en la noche”. Embebidos en nuestros propios afanes y necesidades, somos ajenos a las necesidades de aquellos que nos rodean. Pero el Señor nos llama a tener a diario un interés genuino por los demás.

Alguien podría reprocharle a Jesús el haber desperdiciado tiempo visitando a personas como Zaqueo, o Simón el fariseo, en cuya casa María lo ungió. ¿Por qué pasó Él tantas horas hablando y comiendo con “publicanos y pecadores”? Porque los amó, y consideró ese tiempo con ellos como una oportunidad para llegar a tantos como pudiera para hablarles de las cosas que realmente importan. Jesús predicó el evangelio en público, pero no se limitó a eso. También solía pasar tiempo con la gente, aliviando sus cargas y necesidades, y reuniéndose en sus casas.

¿Cuánto tiempo pasamos con nuestros seres más cercanos orando, hablando, cocinando, limpiando, demostrando interés y preocupación con nuestros actos? Reconozco que soy propenso a pasar tiempo en otras labores como la pintura, la carpintería, o la jardinería. Sin embargo, Dios me ha enseñado que su interés principal es la gente. Son las personas lo que permanece para siempre, después que la pintura se ha pelado, o el rododendro ha dejado de florecer. ¡También tenemos que adentrarnos más en la cruz! Morar allí nos permitirá comprender mejor el amor de Dios por las personas y lo que ese amor costó. Necesitamos recibir la revelación de las dimensiones más profundas de la vida. El sufrimiento, el dolor y la tristeza son muy reales en este mundo. No dar la espalda frente al sufrimiento nos llevará a una comprensión más profunda de Dios y de la vida misma, algo que las circunstancias más felices no pueden proporcionar. Aun no entiendo la muerte de mi querido hermano en Cristo, Nataniel Nash, corresponsal de economía europea del New York Times. Él murió en el accidente de avión que ocurrió en Croacia, junto con el secretario de comercio Ron Brown el 4 de abril de 1996, dejando a su esposa y a sus tres hijos pequeños. Aún así, puedo pedirle al Señor que abra mis oídos a lo que Él dice a través de todo esto, y que me dé un corazón en sintonía con sus planes.

Piensa por un momento en misioneros como Gladys Aylward o Bruce Olson, y de los sufrimientos que padecieron por causa de las personas que el Señor puso en sus corazones. Para un cristiano es demasiado fácil dirigirse a una persona y decirle: “Todo va a estar bien, Dios está en el trono, y ejecutará sus planes para la China”, o donde sea. Pero no tiene idea del precio que tienen que pagar misioneros así por cada centímetro de territorio que ganan para el Reino de Dios.

¿Quién podrá entender el sufrimiento de una persona mejor que el que está sufriendo? Piensa por un momento en los amigos de Job. Job, Bildad, Elifaz y Sofar eran cuatro hombres llenos de sabiduría y entendimiento espiritual. Todos sabían mucho acerca de Dios, y de hecho lo conocían personalmente. No obstante, cuando Job empezó a experimentar un sufrimiento indescriptible, sus amigos no comprendieron en absoluto lo que sucedía. En lugar de admitir que realmente no sabían por qué Dios había permitido que un hombre tan justo sufriera de esa manera, lo abrumaron con críticas y añadieron “dolor a su dolor”. Habrían podido decirle a Job: “No sabemos lo que sucede ni entendemos el por qué, pero estaremos contigo en esta situación que Dios está permitiendo”. En vez de eso, se convirtieron en sus acusadores y atormentadores, e ignoraron la obra que Dios hacía por medio del dolor de su amigo.

¿Cuántas veces hoy, quizás por la influencia de enseñanzas de “salud y riqueza” (las cuales perdió Job en su prueba) los creyentes juzgan culpable a alguien por tener cáncer o algún otro problema? Y dicen: “No tienes suficiente fe” o “debiste haber hecho algo mal”. ¿Te das cuenta de que Dios confía sufrimientos a algunas personas, y que sabe que puede permitir la dificultad sin que ellas se vuelvan contra Él? La verdad es que Dios avanza en los propósitos de su reino a través de las pruebas que sus hijos atraviesan. Si, hay algo de queja y autocompasión en el discurso de Job. Pero en medio de todo el dolor, Job se acerca a Dios y declara verdades eternas.

Prensa de aceite del antiguo Israel

¿Podría Job haber pronunciado estas palabras proféticas sobre el Mesías, como aparece en el capítulo 19, si nunca hubiera experimentado el sufrimiento? ¡Lo dudo! En la Biblia, el aceite de oliva es símbolo del Espíritu Santo, pero la única forma de extraer el aceite de las olivas es con gran presión. Algo similar ocurre con el vino; si no se prensan las uvas no se obtendrá vino. Recuerda las dificultades que experimentaron Jeremías, Isaías y otros profetas: “Yo soy el hombre que ha visto aflicción bajo el látigo de su enojo. Me guió y me llevó en tinieblas, y no en luz; ciertamente contra mí volvió y revolvió su mano todo el día.” (Lamentaciones 3:1-3) Las palabras de sufrimiento dichas por los profetas fueron muy costosas, escritas en medio del fuego y el dolor. Por consiguiente, son palabras de gran valor.

Job se aproximó a la verdad cuando dijo en el capítulo 19, versículo 13: “Hizo alejar de mí a mis hermanos”. Dios no tenía culpa de lo que sucedió, pero sí lo había permitido, porque a través de las dificultades que Job experimentó se podían obtener cosas mayores, lo cual no habría sido posible de otra manera. Job continúa: “Mis conocidos como extraños se apartaron de mí. Mis parientes se detuvieron, y mis conocidos se olvidaron de mí. Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extraño; forastero fui yo a sus ojos. Llamé a mi siervo, y no respondió; de mi propia boca le suplicaba. Mi aliento vino a ser extraño a mi mujer, aunque por los hijos de mis entrañas le rogaba. Aun los muchachos me menospreciaron; al levantarme, hablaban contra mí. Todos mis íntimos amigos me aborrecieron, y los que yo amaba se volvieron contra mí. Mi piel y mi carne se pegaron a mis huesos, y he escapado con sólo la piel de mis dientes.”

Aquí Job no estaba exagerando. ¡Estaba hablando la verdad! Sus amigos lo acusaron por quejarse, pero la descripción de sus circunstancias era exacta. No obstante, cuanto más hablaban sus amigos contra Job, más se distanciaban sus acusaciones de los hechos. Empezaron a acusar a un hombre justo de toda clase de mal, hasta llegar a decir: “Ciertamente tales son las moradas del impío, y este será el lugar del que no conoció a Dios.” (Job 18:21) Pero Job sí conocía a Dios, y respondió a sus amigos en el capítulo 19:21-22: “¡Oh, vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mí! Porque la mano de Dios me ha tocado. ¿Por qué me perseguís como Dios, y ni aun de mi carne os saciáis?” ¿No podrían sus amigos haberse puesto en su lugar por tan solo un momento? ¿No podrían haber considerado cómo se sentirían ellos perdiéndolo todo, sus hijos, su casa, sus propiedades, y que su propia esposa amada se volviera en su contra? La Biblia dice: “Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran.” Este no debe ser un regocijo o luto fingido, sino una participación genuina de lo que el otro vive. ¡De eso se trata el amor!

A partir de ese momento, Job sale de su queja y declara palabras proféticas: “Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas! ¡Quién diese que se escribiesen en un libro; que con cincel de hierro y con plomo fuesen esculpidas en piedra para siempre! Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios; al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mí.” ¿Ves la profundidad del entendimiento que labró Dios en el alma de Job a través de las dificultades que enfrentó? Considera cuánto han perdurado estas palabras desde que fueron pronunciadas por Job, y cuántas vidas han sido tocadas por ellas desde entonces.

Job también habló palabras de sabiduría a sus amigos, invitándolos a que consideraran sus caminos: “Mas debierais decir: ¿Por qué le perseguimos? Ya que la raíz del asunto se halla en mí. Temed vosotros delante de la espada; porque sobreviene el furor de la espada a causa de las injusticias, para que sepáis que hay un juicio.” De hecho, Dios estaba muy molesto con los amigos de Job, como se revela más adelante en la historia. Cuan fácil es criticar a un creyente en Cristo cuando está pasando por un tiempo difícil, pero ¿entendemos realmente lo que Dios está haciendo en la vida de esa persona? ¿Podemos reconocer nuestras propias necesidades y carencias, o somos superficiales y juzgamos según las apariencias?

“Mas ¿dónde se hallará la sabiduría? ¿Dónde está el lugar de la inteligencia? No conoce su valor el hombre, ni se halla en la tierra de los vivientes. El abismo dice: No está en mí; y el mar dijo: Ni conmigo. No se dará por oro, ni su precio será a peso de plata. No puede ser apreciada con oro de Ofir, ni con ónice precioso, ni con zafiro. El oro no se le igualará, ni el diamante, ni se cambiará por alhajas de oro fino. No se hará mención de coral ni de perlas; la sabiduría es mejor que las piedras preciosas. No se igualará con ella topacio de Etiopía; no se podrá apreciar con oro fino.

¿De dónde, pues, vendrá la sabiduría? ¿Y dónde está el lugar de la inteligencia? Porque encubierta está a los ojos de todo viviente, y a toda ave del cielo es oculta. El Abadón y la muerte dijeron: Su fama hemos oído con nuestros oídos. Dios entiende el camino de ella, y conoce su lugar. Porque él mira hasta los fines de la tierra, y ve cuanto hay bajo los cielos. Al dar peso al viento, y poner las aguas por medida; cuando él dio ley a la lluvia,y camino al relámpago de los truenos, entonces la veía él, y la manifestaba; la preparó y la descubrió también. Y dijo al hombre: He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal, la inteligencia.”

¿Cómo logramos entender las cosas profundas del Señor? Una manera es arriesgarse a amar a otros por causa de Cristo, especialmente a aquellos que sufren, apropiarnos de los intereses de Dios y hacerlos nuestros. Esto no es nada fácil, y cuesta, pero lleva un fruto que permanece. Nada de lo que tiene valor eterno es fácil, como revela Job en el capítulo 28, cuando describe al minero que no escatima costo o esfuerzo alguno para extraer de lo profundo de la tierra los tesoros ocultos (leer Job 28:1-11). Job mismo fue humillado hasta el polvo por lo que le sobrevino, pero no se quedó arrastrándose en el polvo. Cavó hasta las entrañas de su situación para apropiarse de lo que Dios se proponía con todo eso. “He aquí yo iré al oriente, y no lo hallaré; y al occidente, y no lo percibiré; si muestra su poder al norte, yo no lo veré; al sur se esconderá, y no lo veré. Mas él conoce mi camino; me probará, y saldré como oro.” (Job 23:8-10)

Job prosigue en el capítulo 28 describiendo lo que realmente quiere decir. No habla de la extracción de oro, de plata o rubíes, sino de sabiduría:



En este pasaje Job describe la sabiduría como algo que los hombres no pueden obtener, ni puede comprarse con riquezas. Luego declara, mucho antes de que Salomón naciera: “He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal, la inteligencia”.

¡Si tan sólo nuestra naturaleza humana caída tuviera la disposición de aprender las grandes lecciones de la vida en los buenos tiempos! Pero Dios nos conoce mejor. Él sabe que aprendemos mejor la sabiduría y a ver la vida desde una perspectiva eterna sólo cuando pasamos por las profundidades de la prueba, la tentación, la persecución y el sufrimiento. Las almas que viven de continuo en la seguridad de las aguas poco profundas siguen siendo almas poco profundas. Cito de nuevo el pasaje con el cual inicié, el Salmo 42, donde David alude a sus pruebas: “Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.” Y luego prosigue con las palabras que han consolado y alentado a millones de almas que sufren, hasta hoy: “Pero de día mandará el SEÑOR su misericordia, y de noche su cántico estará conmigo, y mi oración al Dios de mi vida.”

Si nos esforzamos por seguir al Señor, Él nos revelará la “visión global”, lo que realmente importa en la vida. Por el contrario, el enemigo es experto usando “detalles”, aunque distorsionados, para oscurecer esta visión global de la vida. Lo que realmente importa es la gente: nuestras familias, nuestros compañeros, y los que cada día nos rodean. Aunque lo pasemos por alto, es algo que Dios nunca olvida. Él busca sin cesar traer a las personas a Él, gente que more con Él para siempre. ¿Estamos dispuestos a ser colaboradores suyos en la gran obra de edificación de su Iglesia, el Cuerpo de Cristo?

¿Estamos dispuestos a responder desde el fondo de nuestra alma al profundo llamado de Dios? ¿Estamos dispuestos a que sus “ondas” y sus “olas” pasen sobre nosotros? ¿Dejaremos que nos perfeccione y nos lleve a una relación más profunda con Él? ¿Permitiremos que nos llene de su profundo amor por otros y nos dé una comprensión más profunda de la vida misma en toda su dimensión?

Copyright ©1996 Christopher N. White, Revisado 2008.

Traducción ©2010 por Eliana Cárdenas Rojas, y con asistencia editorial por Nohra Maria Bernal.

Toda referencia bíblica se toma de la Reina Valera Revisada 1960, Copyright ©1960 Sociedades Bíblicas en América Latina.